Pleno verano. Un grado más, una página más. Hoy es el día. Hoy es el día para refrescar las ideas, para tener ganas y animarse a jugar entre los renglones imaginarios.
Y aquí estoy: escribiendo. Porque escribir es soñar con algo distinto, no es sólo contar. Hoy escribo para que mis palabras no queden ocultas tras un archivo de word, para hacerme cargo de cada elección, de cada pensamiento. Y sobre todo, hoy escribo para serle fiel a quién me enseñó a querer el mágico oficio de escribir. Un oficio para algunos, una pasión para mí.
En fin, hoy mis ganas se materializaron, hoy voy a construir algo.

lunes, 6 de febrero de 2012

Vacaciones


El mar en pañales

Llega el verano y la gente organiza sus vacaciones. ¿La playa o la montaña? ¿El frío o el calor?
Pero, ¿alguien piensa en los bebés?
En Buenos Aires o en la montaña o en la playa el sol está, el problema es de qué forma hay que sentirlo, hay que tomarlo, hay que mirarlo.
En el mar o en la montaña se ven nenes.
Bebés de un lado                                                                                                             a otro.
Imágenes que van y vienen.
Imágenes que dicen mucho y otras que nada aportan.
La imagen de un nene menor de dos años expuesto al sol, la arena y el mar, ¿qué transmite?


Pasé mis vacaciones en la costa atlántica argentina y vi familias enteras disfrutar de la playa. Mamás, papás, abuelos y abuelas, tíos y tías y sobre todo bebés.
Entonces pensé: ¿sería descabellado pensar en un año sin vacaciones?
¿Por qué privarse de las vacaciones si trabajé todo el año?
¿Por qué no irse a la playa?
¿Por qué no disfrutar de al menos 5 días relajados en la costa o en dónde uno quiera?
Y para todas esas preguntas tengo una sola respuesta: POR LOS BEBÉS.
¿Por los bebés?: Sí. No se si alguien se puso a pensar en ellos y en las consecuencias de exponerlos al sol, la arena y el mar.
Cada mañana veía a muchos nenes entre 2 meses y 2 años con sus pañales, algunos dentro de las carpas, otros a la deriva, algunos con gorros, otros dentro de los cochecitos pero todos en contacto con el sol. Cada mañana las familias se preparaban para ir al mar y entre ellos estaban los bebés sin poder de decisión, sin poder pensar lo bueno y lo malo. Sin embargo, los padres si tienen esa ventaja de poder discernir aunque no lo hagan.
Discernir entre un bebé fresquito en su casa a un bebé expuesto a los rayos del sol.
Discernir entre un bebé con su pañal limpio y seco a un bebé con su pañal dentro del mar, soportando que lo suban y lo bajen según la danza de las olas.
Discernir entre un bebé acariciado por talco y cremas a un bebé acariciado por la áspera arena.
Y muchos dirán que a pesar de ir a la playa los nenes son cuidados. Pero no. Ni con el mejor protector solar, ni con el mejor pañal ni con la mejor arena un bebé puede salvarse de esa exposición.
Así que mi propuesta es un NO A LOS BEBES EN LA PLAYA.
Si tanto se ama a un hijo una familia puede sacrificar unas vacaciones. 

Solange Condurso

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