¿Qué es eso de los derechos?
Cada país, cada provincia, cada
ciudad, cada ser humano necesita sentirse cuidado, necesita estar seguro que
alguien lo va apoyar, y no se trata de un amigo o pariente sino del Estado. Un
estado que brinde protección, que no sólo baraje palabras sino que se
resplandezca de acciones. Porque toda persona merece su libertad, su dignidad
sin importar raza, color o religión.
Ley, leyes y más leyes. Un tire y afloje de límites.
De la población
a los gobiernos.
De los gobiernos
a
la población.
La multitud participa del régimen con su voto, ¿quién se apodera de la
voz? Un voto servidor para los dominadores, un voto que muchas veces no se tuvo
en cuenta y otras tantas se anuló. Pero siempre la multitud alza la voz.
Ley, leyes y más leyes. Un tire y afloje de límites.
Cambios. Los grandes cambios en las ciudades se plasmaron, y todavía se
dan, en otro órgano vital del gobierno: La Constitución. A simple vista un
libro, con todo lo que eso implica, pero ¿un libro puede gobernar un país?
Un libro, La Constitución. Muchas veces moderna o suprimida, justa para algunos, despreciada por otros. Violada
y hasta respetada.
Un libro puede que no administre una nación pero con buenos gobernantes
las palabras, que marean a La Constitución, dejan de ser sólo palabras y se
transforman en acciones concretas.
La Constitución es un documento que
busca garantizar al pueblo sus derechos y libertades. Derechos modernos o
suprimidos, oligárquicos, provisionales, justos para algunos o despreciados por
otros. Violados y hasta respetados.
Los Derechos Humanos se crearon para replantear el conocimiento
humano, por que el hombre
ya no es capaz de respetar a la misma especie humana; el hombre es
depredador de sí, no respeta a sus pares y, muchas veces, ni a él mismo. Un
poco de desconsideración otro poco de individualismo.
Y los derechos siguen su curso, para bien o para mal.
Un curso que comenzó en 1948, cuando se proclamó La Declaración Universal
de los Derechos Humanos, tras la segunda
guerra mundial y la derrota del nazifacismo.
Una iniciativa dada en la asamblea general de la ONU
y aprobada por cuarenta y ocho a favor y ocho abstenciones. Pero eso sí, no
hubo un solo voto en contra. Parece que el clima no está de acuerdo en ir
contra los derechos, parece que la sociedad no quiere otro genocidio y ataques
a la raza humana dados por el nazismo y fascismo.
El preámbulo de la Declaración
Universal de los Derechos Humanos muestra
un contexto del porqué son tan importantes los derechos inherentes e
intransigidles del ser humano:
"Considerando que la libertad,
la justicia y la paz en el mundo tienen base en el reconocimiento de la dignidad
intrínseca y en los derechos iguales inalienables de todos los miembros de la familia
humana"
Sin embargo, los derechos humanos podrían no existir
si no fuera porque el mundo consta de clases sociales, desigualdades, diferentes
razas, religiones, culturas, políticas y hasta colores de piel.
Podría no haber peleas ni marchas ni guerras, que arrastren miles de
victimas, ni la constante obligación de
querer superarse y no por orgullo propio sino por los demás y menos la
existencia de esa mirada despectiva hacia el otro.
Pero no. Por lo menos, en esta sociedad esas utopías son sólo ausencias.
Y por eso se escribieron cada uno de los artículos, como el artículo 1: “Todos
los seres humanos nacen libres e iguales en dignidad y derechos y, dotados como
están de razón y conciencia, deben comportarse fraternalmente los unos con los
otros.”.
Apartados que resuenan en una
sociedad con diferencias y con la necesidad de ser regidas por un gobierno que
ejecute los derechos y se acuerde de prohibir lo inapelable.
Ley, leyes y más leyes. Derechos humanos creados para replantear el conocimiento
humano.
Solange Condurso