Pleno verano. Un grado más, una página más. Hoy es el día. Hoy es el día para refrescar las ideas, para tener ganas y animarse a jugar entre los renglones imaginarios.
Y aquí estoy: escribiendo. Porque escribir es soñar con algo distinto, no es sólo contar. Hoy escribo para que mis palabras no queden ocultas tras un archivo de word, para hacerme cargo de cada elección, de cada pensamiento. Y sobre todo, hoy escribo para serle fiel a quién me enseñó a querer el mágico oficio de escribir. Un oficio para algunos, una pasión para mí.
En fin, hoy mis ganas se materializaron, hoy voy a construir algo.

lunes, 23 de enero de 2012

Sequía


Una seca realidad

¿Cómo expresarlo? Mil palabras, sentimientos y gestos nacen al mirar la fotografía y ni decir al observar ese fenómeno en vivo y en directo como me sucedió a mí.
Llega el verano y todos piensan en sus vacaciones, en disfrutar los días al aire libre, en la pileta, etc. Sin embargo, muy poco se dan cuenta lo que sucede en realidad.
Una sola palabra: sequía, pero miles de sensaciones.
La ausencia de la lluvia dejó marcas irreparables y provocó que el Gobierno de Argentina declare emergencia agropecuaria en cinco provincias severamente afectadas, informaron fuentes oficiales.
Si hacemos un poco de historia se puede recordar que en el 2008 Argentina perdió 35,4 millones de toneladas de granos a raíz de la peor sequía sufrida desde comienzos del siglo XX como consecuencia del fenómeno climático "La niña".
Pérdidas que vuelven para ser perdidas este 2012. Pérdidas que no sirvieron para remediar. ¿Será que no se aprende de los propios errores? ¿Será que la naturaleza vuelve a vengarse del hombre?
Porque no todo tiene que ver con pérdidas económicas (aunque sea de lo único que se habla) sino con pensar en los hermosos paisajes que la Argentina tiene y no poder aprovecharlos, no poder admirarlos. 
La tierra se endurece, se agrieta y deja ver ese suelo que antes tapaba el agua, ese suelo que era habitado por peces y que sentía una húmeda caricia.
Ahora sólo se ven esas grietas y un escenario triste dónde un par de lágrimas no son suficientes.


Solange Condurso

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