Disparo a la soledad
Aviones y tanques. Ametrallantes
disparos y pesadas corridas aturden en cada rincón. Ojos fuera de su eje y
oídos que sangran y lágrimas que inundan y brazos que separan. Encierros.
Escapes.
Media vuelta y otra. Pasos que
avanzan y avanzan. Un ambiente pesado, a veces silencioso, la guerra de
Malvinas.
Como todo suceso, la guerra
argentina se dio por y para algo. La dictadura de ese entonces necesitaba un
cambio y para eso un conflicto les venía bien. Para los militares el fin sí
justifica los medios, aunque se lleven cientos de vidas humanas. El medio fue
la guerra, desmedida por cierto, entre Argentina y el Reino Unido. ¿Y el tan
ansiado fin? Desviar la atención social de los problemas (inflación, recesión,
empobrecimiento de la clase media, endeudamiento externo, etc) y como si eso
fuera poco, también se quería recuperar el crédito perdido de los sectores
sociales.
Una ofensiva operación. Un
conflicto armado padecido desde el 2 de abril hasta el 14 de junio de 1982, día
de la rendición argentina.
Una ofensiva operación. Un conflicto
armado que dejó 649 soldados muertos, 255 británicos y 3 civiles.
Un conflicto armado que hizo
posible la pronta apertura democrática, el hundimiento de la dictadura militar
argentina y del otro lado del charco la reelección de Margaret Tatcher(1983),
la reelección del gobierno conservador británico.
Escalofriantes cifras, límites
que fueron más allá, propósitos desmedidos y la ausencia de un buen plan, la
ausencia de recursos por parte de Argentina, la ausencia de recursos para ir
contra un fuerte rival.
¿Por qué será que a los
sobrevivientes argentinos de Malvinas les cuesta hablar de su actuación en la
guerra?, ¿qué les tapa la boca?
Según, Fernando Magno
(sobreviviente) y tantos otros: el miedo, el agresivo frío y además de tener al
Reino Unido como rival, lidiar con otro enemigo, uno interno: “la supervivencia
en un ámbito inhóspito y sin alimentación”, una situación que amordaza a cada
soldado.
Y mientras los aviones y tanques aceleraban,
los chicos trataban de luchar por su patria, lejos de un cálido ambiente, Plaza
de Mayo era el escenario de una
multitud. Galtiere y Juan Pablo II juntos en Casa Rosada. Un mensaje de paz y
otro de guerra, juntos, ¿una contradicción?
La plaza del pueblo seguía su
función. Muchos argentinos aguantaban un pesado y olvidado cartel que
pronunciaba paz y otros tantos
instaban una guerra, eso sí sin el proceso: Malvinas
sí, proceso no, ¿otra contradicción? ¿Cómo se puede tener una guerra sin el
proceso? Parece que el tema de la individualidad viene de hace tiempo.
Cómo no querer una guerra que se daba a miles
de kilómetros al sur, y cómo querer un proceso que afectaba a un territorio
argentino, que golpeaba el suelo porteño y a cada provincia. Quizá un egoísmo
propio de la sociedad.
Un
individualismo no sentido en las Malvinas, donde el frío y el hambre marcaban
cada grieta de las islas. Donde se veía a soldados sacrificándose por su patria
y por generales que los abandonaron, que dejaron a cada chico escribir su
suerte. Chicos que quisieron salvar un territorio, luchar por su patria y
fueron detenidos por balas y el fuego de la sin razón.
¿Individualismo? Es una posición
moral, filosófica e ideológica que enfatiza la dignidad del individuo. Lo importante
es la independencia y la autosuficiencia. El individuo es el centro.
Valla coincidencia. Al finalizar
la guerra, al conseguir la derrota, los sobrevivientes volvieron y con ellos
las ganas de ser reconocidos y apoyados. Sin embargo, sólo los esperó la
autosuficiencia, una absoluta soledad, la espalda de cada político, de muchos argentinos
y encima sus propios suicidios. Ya que a los soldados, si no los mató el Reino
Unido, los mató la sociedad, el no estado argentino. Porque un estado garantiza
protección a sus ciudadanos, cosa que no pasó luego de la derrota.
Aviones que aterrizan. Fuegos
que se apagan. Buscar por un lado o por el otro. Pasos hacia atrás y un
silencio que no ayuda. Un vacío innombrable y las espaldas de cada argentino
hacen dar cuenta a los veteranos de guerra de su propia soledad. Un aislamiento
que de poco se llena y que calma con la ayuda de una sociedad despierta y las
ganas de no volver a vivir ese tremendo conflicto.
Y así fue como se pasó de una
pelota a un arma, d un adolescente a un veterano de guerra, de soñar un futuro
a tener pesadillas. Hoy a 30 años de la guerra de Malvinas se recuerda una
guerra desmedida.
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